Él Ebih
Muchos fieles han depositado estatuas con su efigie en los templos de Mari, perpetuando así su presencia ante la deidad. Estas estatuas de oraciones y oraciones representan, la mayoría de las veces, manos unidas y vestidas con una prenda llamada kaunakès. La estatua de Ebih-Il es indiscutiblemente una obra maestra por la calidad de su ejecución, por su estado de conservación y por el carácter expresivo de su estilo.
El personaje tiene una cabeza afeitada y una barba larga que se incrustó con otro material. Solo los ojos han conservado sus incrustaciones de concha y lapislázuli engarzadas en una montura de betún. Lapislázuli, de Afganistán, atestigua las relaciones a larga distancia desde la antigüedad en el Medio Oriente.
Las estatuillas de oraciones estaban destinadas a ser depositadas en los templos, dedicadas a sus deidades tutelares. La actitud de las manos unidas, la más frecuente, se interpreta como la de la oración y sin duda fue la intención de perpetuar el acto de devoción en el templo. El personaje también puede sostener en sus manos una taza, como en los relieves perforados que representan una escena de banquete, también depositados en los templos.
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