Claustro

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El claustro del Monasterio de los Jerónimos es una verdadera obra maestra de la arquitectura manuelina, ubicado en el distrito de Belém de Lisboa, Portugal. Esta impresionante joya arquitectónica es considerada una de las más bellas del mundo y muestra una perfecta armonía de proporciones, exuberancia decorativa y elementos de diseño únicos. El color cálido y patinado del mausoleo intrincadamente tallado crea un fascinante juego de luces y sombras, transformando el claustro en un espacio mágico que evoluciona con los cambios de horas del día.

La construcción del claustro fue un trabajo de amor dirigido por varios maestros de obras en tres campañas sucesivas, cada una de las cuales dejó su huella en la estructura. La primera fase estuvo a cargo del maestro Diogo Boitaca, quien colocó las primeras piedras y definió las trazas iniciales del monasterio y la iglesia. La planta baja del claustro, terminada durante esta fase, muestra una decoración puramente manuelina y naturalista de estilo gótico, con intrincados detalles que reflejan la artesanía de la época.

En 1517, el rey Manuel I decidió ampliar el monasterio para albergar a cien monjes y crear un entorno más suntuoso para las tumbas de la familia real. João de Castilho se hizo cargo de la construcción, terminando y decorando las columnas de la planta baja y comenzando las obras del segundo piso. La transición al estilo renacentista bajo la dirección de Castilho introdujo una combinación armoniosa de elementos arquitectónicos, creando una fusión única de estilos que es un testimonio de la evolución de los gustos de la época.

Tras la muerte del rey Manuel, su hijo João III encargó la finalización del claustro a Diogo de Torralva, quien supervisó la fase clasicista del edificio hasta 1551. La aportación de Torralva incluyó la construcción de la platybanda, o friso, que adorna la parte superior del Claustro con elegantes motivos renacentistas. A pesar de su propósito original como espacio para los monjes jerónimos, el claustro también sirvió como lugar de celebración de eventos reales, con relatos históricos que mencionan actividades pesqueras e incluso corridas de toros entre sus muros.

Hoy en día, los visitantes del Monasterio de los Jerónimos pueden maravillarse con los intrincados detalles del claustro, desde las delicadas tallas de las columnas hasta las ornamentadas decoraciones que adornan sus paredes. El claustro es un testimonio del rico patrimonio arquitectónico de Portugal y muestra la destreza artística y el legado cultural del país. Una visita a esta maravilla arquitectónica es un viaje en el tiempo, que ofrece una visión de la grandeza y la belleza de la época manuelina en Lisboa.

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