Basílica Santa Croce

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La ‘Basilica di Santa Croce’ es una obra de estilo renacentista italiana muy característica de la ciudad. Consagrada el 6 de enero del 1443, fue declarada basílica menor el 20 de diciembre de 1933. Su interior destaca por la sobriedad y claridad de su lenguaje arquitectónico, además su nave central comunica con las laterales a través de una sucesión de arcos góticos apuntados. Su techo interior se cubrió con un armazón de madera y no por una bóveda de piedra, además, para financiar las obras, la orden de San Francisco dependía completamente de las aportaciones de la ciudad y sobre todo de las familias adineradas, que asumían el coste de su decoración, pero a cambio obtenían el derecho de ser enterradas en ese lugar mágico.

Comenzó a construirse el 3 de mayo de 1294, sobre las ruinas de una pequeña iglesia erigida por los franciscanos anteriormente. El arquitecto de la época fue Arnolfo di Cambio, con el encargo de reemplazar esa pequeña iglesia por una más grande incluso que Santa María Novella, iniciada 50 años antes por los dominicos.

Un símbolo prestigioso de siempre ha sido la Iglesia de Santa Cruz, además de ser un lugar de reencuentro para los más grandes artistas, teólogos y religiosos. Tanto en épocas de adversidad como en prosperidad este lugar ha sido de gran ayuda para reconocer la identidad de la ciudad de Florencia a finales de la Edad Media y del Renacimiento. Además, su arquitectura gótica y otras obras impresionantes convierten a esta iglesia en un edificio que representa una de las páginas más importantes de la historia del arte florentino desde el siglo XIII.
Una curiosidad que nos trae este lugar sagrado es que la basílica es conocida por ser el sitio donde Stendhal, en 1817, padeció los síntomas de lo que a partir de ese momento se reconoce como el síndrome de Stendhal. Vértigo, palpitaciones, confusión, temblores que siente el individuo cuando se expone a obras de arte carismáticas o ante escenarios históricos.

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